La última y nos vamos
 
Hace (69) meses
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Esta frase coloquial y que los borrachos de abolengo repiten una y otra vez, los jóvenes ya la han adoptado como una consigna y tiro por viaje la hacen efectiva después de haber bebido grandes cantidades de alcohol.
Lo curioso es que entre eso de “la última y nos vamos” ocurre cada cosa que debería ponerles los pelos de punta a los padres de esos chavos y a las autoridades que parece miran hacia otro lado ante un fenómeno cada vez más frecuente, el aumento del alcoholismo a más temprana edad.
¿Se ha dado usted una vuelta por la franja de bares de una de las zonas más exclusivas de Pachuca?
Ahí donde está la “gente bonita” es donde literalmente se llena de chavos, algunos menores de edad que después de algunas horas salen rebotando.
Dicen algunos clientes frecuentes que deben estar a las vivas porque en algunas ocasiones venden bebidas adulteradas, de ahí que eso explique que las cubas casi las regalen.
¿O qué otro argumento puede haber? Que los dueños de los antros son buenísimas personas, muy desprendidas y que velan por el entretenimiento de los chavitos.
Así las cosas, el último caso de riñas en esta zona de bares ocurrió hace tan solo dos días, hubo primero agresiones verbales, de ahí pasaron a los golpes y luego hasta disparos hubo.
La autoridad se puso las pilas y logró detener a cuatro jóvenes, bien por ello, pero el hecho grave es que este no es un caso aislado.
Frecuentemente se dan este tipo de confrontaciones que, al calor de las copas, se convierten en una olla de presión que a la menor provocación estalla.
Llama la atención que las campañas de prevención de las adicciones dejaron de sonar.
¿Qué pensaron? Que era solo cosa de un llamado o algunos volantes para que los chavos dejaran de asistir a los antros con el único propósito de embriagarse hasta perder la compostura. ¿Y la propaganda de cubas a 10 pesos? ¿Pos con qué las preparan, con alcohol del 96?
Es en esos lugares donde los chavos acuden para según ellos divertirse, pero la realidad es otra y todos nos estamos tardando creyendo que son chavos inocentes que se entretienen.
Es claro que algo pasa en los hogares, donde el miedo a llamarles la atención a los hijos, no vaya a ser que se traumen los angelitos, solo está logrando jóvenes sin control.
Hay otros casos de padres preocupados por la educación de sus hijos, pero que por falta de tiempo debido a que tienen que cumplir largas jornadas para más o menos salvar la chuleta, los están dejando solos a merced de cualquier supuesto “entretenimiento”.
Por último, están los jóvenes de la clase alta, la “gente linda”, que recurren a la bebida o quizá a algo más, con tal de pesarla bien al precio que sea.
Y en medio de todo ese desmadre están las autoridades que actúan solo en caso de que la emergencia lo requiera, como fue el caso de los detenidos después de la balacera en uno de los antros, aunque los dueños nieguen lo ocurrido.
Pero la realidad es que poco se hace ante tan evidente descomposición de un sector importante de la sociedad, los jóvenes, que sin control consumen grandes cantidades de alcohol, porque es lo cool, lo de hoy es agarrar la peda, destapar el frasco, es un desahogo emocional y todas las justificaciones que usted quiera agregarle.
Y también está el hecho de que muchos jóvenes, que viven en comunidades marginadas donde no hay escuelas de nivel medio superior, llegan a la ciudad y encuentran deslumbrante acudir a los antros, sin la vigilancia de los padres.
Total, que para embriagarse hay una lista interminable de motivos, lo curioso es que esto ocurra en un estado que se ubica en los primeros lugares de alcoholismo.

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