· 
Hace 30 días
Partería tradicional, cada quien su parto

Estimadas personas lectoras, les pregunto: ¿cómo llegaron ustedes a este mundo? Creo que puede resultar un poco extraña la pregunta, planteémosla más directamente: ¿cómo fueron paridos?

Compartir:

Estimadas personas lectoras, les pregunto: ¿cómo llegaron ustedes a este mundo? Creo que puede resultar un poco extraña la pregunta, planteémosla más directamente: ¿cómo fueron paridos?

Algunas de ustedes, en una clínica, en un hospital, en un consultorio. Otros con un parto asistido por el médico de la familia en sus respectivas casas. ¿Alguien con un parto asistido por una partera? ¿Por una partera tradicional?

Si eres una persona nacida a partir de los 70 y, claro, dependiendo mucho del lugar y condiciones de tu nacimiento, las posibilidades de que hayas nacido en tu casa y, más aún, asistido por una partera, son muy bajas.

Mi madre, doña Carmen Perusquía, parió 11 hijos con la asistencia de una partera.

Ella nos cuenta de sus primeros partos y sus grandes dificultades. Lo que las parteras en turno hacían para asistirla después, por ejemplo, de tres días y sus noches con dolores: sobada tras sobada, tés, barridas hasta el alumbramiento, después de lo cual le preparaban su caldito de pollo y la bañaban con hierbas en el temazcal. Le daban sus recomendaciones para guardar estrictamente la cuarentena.

Hay parteras urbanas, profesionales, técnicas, certificadas y tradicionales. Voy a referirme exclusivamente a las parteras tradicionales con mayor profundidad en una segunda entrega de esta colaboración.

Baste ahora con reconocer que las parteras tradicionales han sido de gran importancia para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, particularmente en los ámbitos comunitarios.

Su función ha sido no solo circunscrita a acompañar el embarazo, el parto y el puerperio de las mujeres sino también, han desempeñado un rol de liderazgo en sus comunidades, han sido defensoras de su territorio y son las guardianas de esta tradición ancestral.

La partería tradicional se ha visto comprometida hasta el límite casi de su exterminio por políticas públicas del Sector Salud que, en el ánimo de reducir los índices de mortalidad materna, intentaron institucionalizarlas a través de su certificación con capacitación que lo que pretendía era sustituir sus prácticas por otras médicamente recomendables negando con ello el valor de sus conocimientos trasmitidos de generación en generación, mismos que han ayudado a parir a miles de mujeres que sin estos, no habrían tenido ninguna oportunidad.

La partera tradicional acompaña el embarazo y su conocimiento y experiencia le permiten reconocer cuando un embarazo va bien, acomodan al niño cuando se acerca el parto y está mal posicionado, pero, particularmente, respetan la intimidad de la madre, su decisión de cómo quiere parir, toda vez que la decisión de parir acostadas sobre nuestra espalda es occidental y contra natura, además.

La mujer vive su parto, algo tan importante en la vida de toda mujer, rodeada de quien ella quiere que la rodee y contenida emocionalmente que es la parte que el servicio médico institucionalizado no provee.

Entre los múltiples obstáculos que han tenido que enfrentar, se encuentra la negativa institucional de reconocer los nacimientos de las y los niños de las mujeres que ellas atienden. El certificado de nacimiento es requerido por las autoridades del Registro Civil a quienes pretendan declarar el nacimiento de una persona. Estas autoridades niegan reconocimiento al certificado de los nacimientos en los que intervinieron, haciendo imposible o tortuoso el registro de los menores.

Esta negativa al registro de los menores viola el derecho humano de las niñas y niños a la identidad y es contrario al interés superior de la niñez.

Por ello, hoy aplaudimos la reforma a la Ley General de Salud en materia de partería tradicional que el Congreso de la Unión ha avalado y cuyo decreto ha sido publicado este 26 de marzo de 2024 a través del cual se reconoce la labor de las parteras tradicionales, reconociéndoles sus métodos y prácticas curativas y se elimina la condicionante de certificaciones contrarias a sus conocimientos ancestrales.

Puntualmente, la reforma estipula en el artículo 64 que en la organización y operación de los servicios de salud destinados a la atención materno-infantil, las autoridades sanitarias competentes establecerán: “Acciones para respetar, garantizar y proteger el ejercicio de las parteras tradicionales, en condiciones de dignidad y acorde con sus métodos y prácticas curativas, así como el uso de sus recursos bioculturales. Para lo anterior, se les brindarán los apoyos necesarios sin condicionamientos o certificaciones, siendo suficiente el reconocimiento comunitario” (LGS, 1984).

En el artículo 389 bis se adiciona a las parteras tradicionales para quedar como sigue: “El certificado de nacimiento será expedido por profesionales de la medicina, parteras tradicionales y personas autorizadas para ello por la autoridad sanitaria competente”.

En la reforma al artículo 392 se aclara que dichos certificados de nacimiento “Los que se autoricen para las parteras tradicionales, o los que ellas elaboren, serán de la mayor sencillez, con lenguaje adecuado a su cultura e identidad y contendrán los datos básicos previstos en el artículo 389 bis”.

Es en casos como estos, que la función legislativa cobra relevancia, cuando responde a la identificación de un problema público que encuentra una vía de solución a través de la norma. Estas reformas SIRVEN.

Las que cambian puntos o comas, las que son divididas en múltiples iniciativas cuando pudieron ser propuestas en una sola, esto con la intención de incrementar la productividad del o la legisladora son, por decir lo menos, sinsentidos. Aumento necio de trabajo para la comisión o comisiones legislativas que dictaminan para dejar rezago o para desechar la inmensa mayoría por inapropiadas o inviables.

Sin embargo, para que esta o cualquier otra reforma de ley o ley logre su cometido deben cumplirse, de ahí la importancia de que las autoridades competentes difundan el contenido de la ley y exijan su puntual observancia.

En la próxima colaboración abordaremos un poco más de la labor de las parteras tradicionales, las guardianas de la vida y el agua, a quienes nuestro país debería atesorar.

Compartir:
Relacionados
title
Hace 5 horas
title
Hace 2 días

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad