Salvador López

El futbol mexicano siempre nos sorprende; cuando pensamos que no puede caer más bajo, se supera a sí mismo. Desde los cachirules, que afortunadamente no me tocó ver, pasando por el pacto de caballeros, equipos descendidos que siguen en primera y ascendidos que se quedan en la segunda categoría; nuestro balompié tiene una amplia historia que alcanzó una nueva dimensión con la llegada de Diego Armando Maradona al banquillo de Dorados de Sinaloa.

Fui uno de los muchos sorprendidos con la confirmación de esta noticia, más digna del “informativo” satírico Deforma que de ESPN o la mismísima La Copa Criterio; pero como ya sabemos, a los directivos mexicanos les importa más el aspecto mercadotécnico que el deportivo.

El Diego tiene un puesto ganado en el Olimpo del futbol como jugador, pero seríamos muy generosos si calificamos como “discreta” su trayectoria como director técnico, la que inició en 1994 con el Deportivo Mandiyú.

De manera inexplicable, los dirigentes del futbol argentino, que no son muy diferentes de los que tenemos acá, le dieron la dirección técnica de su selección en 2008 y Maradona pudo sentarse en el banquillo durante una Copa del Mundo, la de Sudáfrica 2010.

En la cuna de la humanidad, el legendario 10 vivió lo que podríamos calificar como sus “mejores momentos” como estratega. En el Mundial, al que llegó con un gol en fuera de lugar de Martín Palermo, calificó en un grupo flojo, le ganó a México (con otro gol en offside y error de Osorio incluidos) y fue goleado por el primer rival de categoría que enfrentó.

Un año más tarde se fue a Emiratos Árabes Unidos, donde dirigió a dos equipos y fue anunciado como presidente del Dínamo Brest de la primera división de Bielorrusia, pero Dorados tocó a la puerta y el Diego no dudó en trasladarse a Sinaloa.

La apuesta del Gran Pez es muy arriesgada, si consideramos la inversión realizada por los sinaloenses, el palmarés (o falta de) como entrenador y, sobre todo, las imágenes más frescas de Maradona: las de Rusia 2018.

Como muchos, creo que su gestión deportiva con el equipo del Ascenso MX será un completo desastre. Me parece que vio una buena oportunidad de ganarse un buen billete, pues se dice que se embolsará 150 mil dólares mensuales, y no dudó en tomarse unas merecidas vacaciones en la costa del Pacífico mexicano.

Además, tampoco me parece que le vaya a favorecer mucho en cuanto a mercadotecnia a los Dorados. Es cierto que el equipo acaparó reflectores en el mundo entero con esta noticia, como seguramente pasará con el debut del argentino la próxima semana, pero la euforia maradoniana irá cayendo y comenzará a ser juzgado como cualquier otro entrenador en un futbol
muy impaciente.

Asimismo, si el astro repite los desfiguros que protagonizó en el Mundial, la imagen del conjunto sinaloense y del futbol nacional se verá seriamente afectada, especialmente si el club no se blindó en el contrato. No creo eso de que toda publicidad es buena y Dorados bien podría terminar como el hazmerreír del balompié azteca.

Por lo pronto, su fichaje y su sueldo ya son un insulto para los entrenadores mexicanos y la poca seriedad que le queda al futbol de este país. Ojalá que Maradona llegue con hambre de probar que puede hacer algo desde el banquillo y no haga el ridículo en Sinaloa; de lo contrario, que los memes se lo demanden.