El trabajo de exploración en 29 pozos de la zona arqueológica de Zazacuala, de origen teotihuacano, donde se llevan a cabo los obras de remozamiento y ampliación de la carretera a Santiago Tulantepec, arrojó como resultado el hallazgo de cinco entierros prehispánicos, que corresponden al periodo Formativo Tardío 500-200 Antes de Cristo (A.C).
“Sabemos que fue un sitio prehispánico, y nosotros intervenimos para rescatar lo más que se pudiera. Para explorar tuvimos la autorización del Consejo de Arqueología del INAH. Se hizo un trabajo a la par con arquitectos, ingenieros civiles, encargados de la obra carretera, y los arqueólogos”, indicó María Guadalupe Islas Monter, antropóloga responsable de campo y gabinete por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En entrevista para Criterio, la especialista mencionó que lo más interesante fue el hallazgo de cráneos con deformaciones. “Nos está indicando que se trata de un Periodo Formativo”, afirmó Islas.
“Tuvimos la fortuna de encontrar entierros. Vimos una discreta mancha, ahí se localizó un cráneo pequeño y abajo un platito de cerámica fragmentado; bajo de ese plato había otro también fragmentado, ese fue un primer indicador para nosotros”, explicó.
“Encontramos un entierro que nos llamó mucho la atención: al parecer era una mujer, empezamos a trabajarlo, vemos el cráneo, sus orbitas, sus dientes. Los detalles, decúbito lateral izquierdo flexionado, casi en posición fetal, fue un entierro muy bonito”, dijo.
Más adelante, añadió, apareció otro, supuestamente un entierro infantil.
“Sin embargo, platicando con un antropólogo físico, a la semana, nos dice que más bien es un entierro de un adolescente y que también tuvo su cráneo con deformación”, comentó.
“Tuvimos otro entierro, al parecer un masculino, con deformación craneal, se notó inmediatamente a la hora de excavarlo, estaba de cúbito lateral derecho flexionado, encontramos sus costillas, brazos, piernas, y junto una vasija muy bonita”, detalló.
Sobre este hallazgo, Islas Monter explicó que la deformación de la cabeza comenzaba a una edad muy temprana. “Les colocaban unas tablitas amarradas con algún aditamento de algodón, hasta que llegaban a obtener la deformación a cierta edad, como símbolo de belleza, como indican fuentes históricas”.
En el lugar también se encontraron materiales arqueológicos como tepalcates, obsidianas y restos de fragmentos de huesos. Además, navajillas con terminación en pluma y puntas de proyectil probablemente también en obsidiana.
Asimismo, en trabajo de gabinete de restauración, expuso, se armó con material arqueológico, al perecer, un incensario ritual, por las huellas de carbón.
La arqueóloga añadió que dichos hallazgos están custodiados por el INAH y serán estudiados por un grupo interdisciplinario conformado por biólogos, químicos, geólogos y antropólogos físicos, quienes analizaran los restos óseos, con lo que podrán determinar a qué periodo pertenecen los hallazgos.