El 16 de julio próximo, José Bárcena Rangel cumplirá 38 años ininterrumpidos de servicio en el Cuerpo de Bomberos del estado y no ve en un futuro inmediato dejar la corporación, a la que “le ha tomado cariño” y en la que ha vivido experiencias que, probablemente, jamás hubiera experimentado de haber continuado con sus labores como albañil.
El hombre, de 65 años, recordó que en 1984 acudió a la corporación para solicitar trabajo, pues, aunque su oficio le dejaba “buenos” ingresos económicos cuando había “chamba”, también tenía que vivir épocas difíciles por la falta de trabajo.
Sin embargo, no fue fácil ingresar a las filas, ya que, aseveró, el entonces director “traía la imagen de los bomberos americanos, quería personas grandes y fortachonas; como siempre iba a capacitarse a Estados Unidos, pues quería gente así”.
Aunque al principio se sintió intimidado, la necesidad de tener un sueldo fijo y seguridad social para sus cinco hijos y esposa lo motivó a realizar los exámenes.
“No me querían aceptar, porque mi condición siempre ha sido delgada […], me decían que no iba a poder, pero me pusieron una prueba, yo estaba correoso por la albañilería, los colados, y que me bailo a los que estaban aquí, a los grandulones. Me hicieron el examen y me quedé”, detalló.
Entre los primeros llamados que tuvo que atender se encuentra la explosión de San Juan Ixhuatepec, en noviembre de 1984, en la planta de almacenamiento y distribución de Pemex, donde tuvo que ver, por primera vez, cuerpos calcinados; al siguiente año, en septiembre de 1985, apoyó en las labores de rescate por el sismo.
Ahí vio edificios caídos, cadáveres, calcinados y un sinfín de escenas que siguen grabadas en su memoria.
No obstante, quiso ir más allá e incursionar en el buceo, por lo que año y medio fue capacitado en Veracruz, lo que le permitió descender hasta 30 metros en el agua.
Los rescates acuáticos, aseguró, no son menos impactantes que los de tierra, en una ocasión tuvo que cortar un cuerpo para poder sacarlo de las Grutas de Tolantongo; un sifón de la presa de La Estanzuela estuvo a punto de succionarlo y la corriente del río Tula, de donde ha sacado varios cuerpos, lo arrastró varios metros.
Asimismo, recuerda que una explosión de éter lo obligó a mantener vendados los ojos por un mes; como estas, José Bárcena acumula cada día más historias, experiencias y conocimiento que seguirá replicando hasta que decida retirarse de bomberos.
Adela Garmez I Pachuca
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