Sin importar estar en medio  de decenas de turistas, sicarios del crimen organizado han llevado a cabo ejecuciones, atentado con bombas y balaceras en zonas de playa, centros nocturnos y principales avenidas de zonas turísticas de Quintana Roo, Guerrero, Morelos, Guanajuato, Nayarit y Sinaloa.

El último caso es el incendio de la icónica discoteca Baby´O en Acapulco, donde empresarios acusaron un acto de extorsión del crimen organizado. Sin embargo, al menos una decena de casos se han registrado en
otros centros.

También en Acapulco, el pasado 23 de abril sujetos armados incendiaron 17 locales en tres distintos mercados de la ciudad, uno de ellos el Mercado de Artesanías Parazal y una estética, ubicada a solo 10 cuadras del Zócalo.

En esta misma ciudad, pero un mes antes, el 21 de marzo, un turista fue asesinado sobre el Bulevar Las Naciones, en plena Zona Diamante, y el 25 de febrero, otro hombre fue asesinado en la playa Papagayo, y los victimarios huyeron en una moto acuática.

En Guanajuato, apenas el 19 de septiembre, en la principal avenida restaurantera de Salamanca, el dueño del establecimiento Barra Libre 1604 y el gerente fueron asesinados con un “regalo bomba”, el cual les explotó al momento de recibirlo camuflajeado de serpentinas y globos.

En Quintana Roo, el pasado 29 de septiembre una mujer fue atacada en la Quinta Avenida de Solidaridad (Playa del Carmen), una de las más transitadas por turistas mexicanos y extranjeros, pero no hubo
ningún detenido.

En esta misma entidad, de marzo a junio fueron asesinadas siete personas en playas de Tulum y Benito Juárez (Cancún), a la vista de turistas.

En Tulum, cuatro hombres fueron asesinados el 25 de junio en las playas Paraíso y Playa La Esperanza, en el Parque Nacional Tulum; el 11 de junio, dos hombres fueron asesinados en Playa Tortuga y una mujer de Estados Unidos resultó herida por una bala perdida.

Oscar Uscanga
Agencia Reforma