se vende todo”, es común encontrarse con este tipo de letreros en el otrora complejo de producción de leche más importante del país en la década de los años 70 y un modelo de proyecto para otras naciones, hoy debilitada por la falta de apoyos y las políticas impuestas por el sector gubernamental.

 Se trata de la Cuenca Lechera de Tizayuca, establecida a espaldas de la zona industrial de este municipio, lucha por mantenerse con apenas 60 establos, no obstante que en su época más boyante llegaron a ser 126, lamentó Álvaro González Muñoz, presidente del frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche.

“La cuenca fue creada por el gobierno federal en 1976, en ese entonces se buscaba sacar del Distrito Federal 968 establos, pues la mancha urbana los había absorbido”, recordó el dirigente quien reconoce que este mismo problema amenaza al complejo, pues se han construido al menos seis fraccionamientos a su alrededor. Es difícil creer que dicho complejo llegó a albergar 30 mil vacas y 12 mil becerras con una producción de cuatro millones de litros de leche a la semana, siendo este el pico más alto, pues ahora al recorrer los establos es natural toparse con corrales desolados, hierba crecida, puertas oxidadas y una producción que no pasa de 250 mil litros semanales.

“Fue un proyecto de vanguardia en cuanto a tecnología, de aquí otros países se llevaron el modelo. La cuenca de Tizayuca fue muy exitosa hasta 1994 cuando el gobierno federal empieza a privatizar todo.

“La crisis se da cuando se empiezan a poner condiciones de precio y costos inferiores a los costos de producción, esto ha hecho incosteable la actividad, aunado a las prácticas del gobierno federal que ha propiciado que la leche se adultere, pues las fórmulas lácteas nos han desplazado”, recalcó Álvaro González.

De hecho, las formulas lácteas, vendidas por las empresas como leche, ya acaparan en México 40 por ciento de las ventas de este producto de los 12 millones de litros que se expenden, “han usurpado el nombre de la leche”, recrimina el dirigente.

QUIEBRA Y DESPIDOS

En su época de mayor auge, los productores de la Cuenca Lechera de Tizayuca, impulsaron la creación de su propia marca de leche, Real de Tizayuca, un producto de excelente calidad “era leche pura”, en el que se invirtieron casi 100 millones de pesos durante diez años.

Sin embargo, hace seis años se fue a la quiebra con el consecuente despido de trabajadores; de ser una fuente de trabajo para diez mil personas (entre directas e indirectas), actualmente sólo se han logrado mantener 2 mil 200 plazas, describió el dirigente del Frente Nacional de Productores y consumidores de Leche. “Aunque nuestro productor era de mucha calidad, estábamos compitiendo en precio con las fórmulas lácteas, eran condiciones de mercado muy desequilibradas por eso quebró; no pudimos competir con ellas”, remarcó González Muñoz.

El productor Álvaro González Muñoz, resalta que dejó el trabajo de las vacas para representar y luchar por los intereses de sus compañeros del sector, “los últimos diez años han sido mortales. Existe hartazgo de los productores” de las palabras de los políticos en campaña, señaló González Muñoz.