Tras dos años sin lluvias, el cuerpo de agua ubicado en los límites de Pachuca y Mineral del Chico, conocido como La Estanzuela, tiene sus últimos esbozos de agua, la cual se acumula en un rincón, como presagio de su pronta desaparición.
Pisos agrietados, clima árido; el eco se escucha al hablar, vegetación muerta y otra naciendo. No es una descripción de alguna película del viejo oeste, es lo que queda de la presa de La Estanzuela, ubicada en Mineral del Chico, luego de que una sequía la dejara sin agua casi por completo.
Tras dos años sin lluvias, el cuerpo de agua ubicado en los límites de Pachuca y Mineral del Chico, conocido como La Estanzuela, tiene sus últimos esbozos de agua, la cual se acumula en un rincón, como presagio de su pronta desaparición.
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Este escenario solo se ha visto dos veces durante los últimos 30 años, aseguran con tristeza los lugareños, quienes ven cómo poco a poco la presa, que antes solía tener hasta 20 metros de profundidad, se seca por completo.
En el lugar no queda nada más que la basura de antaño, que sale al descubierto ante la falta de agua; el piso muestra las grietas típicas que se forman luego de que la humedad pasa a ser un ambiente árido.
Esto es aprovechado por los habitantes de la comunidad para sacar a pastorear a sus animales o simplemente para atravesar hacia unas viviendas que se encuentran de extremo a extremo de la presa.
A lo lejos, en un rincón, lo poco que queda de agua forma dos charcos, los cuales son merodeados por aves, ya que no queda rastro de los peces que hace unos años la habitaban, solo uno, que flota sin vida y sin rumbo de lado a lado.
Pese a que la presa nunca ha sido un lugar completamente turístico, fungía como paso obligado para otros atractivos naturales, por lo que era una parada casi de rutina para muchos automovilistas, quienes se detenían a observar el gran cuerpo de agua y, de paso, a comprar suministros para continuar el viaje.
Sin embargo, esos años quedaron atrás, ya que, en entrevista con Criterio, comerciantes cercanos a la zona lamentaron que sus ventas cayeron hasta 50 por ciento desde hace dos años, cuando la presa comenzó a secarse.
Ello, en suma, con el nulo apoyo que han recibido tanto de entes gubernamentales: municipal, estatal y federal, pinta un panorama desolador, ya que, aseguran, semana tras semana los charcos que quedan de agua se esfuman.